domingo, 26 de agosto de 2012

EN SUEÑOS



Blanca sombra de la nada,
Turbia soledad que la ensañas.
Con una mirada, del cielo te adueñas
Y alumbran más tus ojos, que la luna calmada

en mis oídos retumban, con voz cansada
Poemas míos, que escribí ilusionada
Mientras la brisa juega con mi vestido de larga falda
 blancura nívea y soltura airada

Rezan los peregrinos en la aurora anunciada
Y suenan campanas a lo lejos, sin vencer tu llamada
Que viene en el circular del viento con tu voz inmaculada
Mientras marchan los peregrinos tristes tras el halo de mi alma

Se vuelven alas, las telas de mi vestido ahora doradas
Por los rayos suaves de la mañana iluminada
Entre los colores tristes de la aurora perfumada
Llevándome al cielo flotando por nubes rosadas.

En el suelo sentado sonriendo te hallas.
Jugando a verme caer desesperanzada
Y corre una lágrima que mi mejilla empapa
Y en tus brazos me recibes sin decir una palabra.

En el eterno silencio, suavemente me abrazas,
Tu perfume ligero, sin espera me baña
En ese momento, se encuentra mi vida pausada
Y sin dame cuenta de mi boca un beso arrancas

Lo peregrinos tristes a mi lado regresan
Y sostienen mi mano mientras te alejas
Nuevamente sin pronunciar palabra te marchas
Y de ti y del alba solo recuerdos me quedan

Hasta los peregrinos se van y se hace gris la mañana
De golpe despierto de vuelta en mi cama
Y en mi rostro queda una sola lagrima
Pero no hay peregrinos, ni auroras, ni nada


sábado, 25 de agosto de 2012

MARIPOSA NEGRA


Me quede sorprendida al verla salir con paso tan firme de su cuarto, refunfuñando quien sabe contra que o contra quien, como si fuera a comerse el mundo. Mientras mis ojos aun podían seguirla la siguieron y cuando ya no, lo hicieron mis pies; camine con calma pero a su ritmo hasta la cocina, donde la vi buscar algo en el closet de los implementos de aseo, sin dejar de refunfuñar. Yo por mi parte, no lograba articular palabra para preguntar qué pasaba.

 Finalmente, saco una escoba, vacilo un par de veces con la misma energía sobre sus pasos y emprendió su camino nuevamente hasta su cuarto, con lo que de mi boca se escapo una pregunta sin pedirme permiso. -¿Qué es lo que haces?- inútil por completo, porque no se detuvo ni un momento siquiera a  mirarme, recorrí nuevamente tras de ella los pasillos y las escaleras hasta su cuarto, donde entró con cierta vacilación, pero sin perder fuerza, dejando la puerta abierta, como queriendo hacerme parte de su obra teatral, de la cual no tenía ningún indicio.

La vi caminar de un lado a otro, apartando el desorden del piso con los pies, viendo como se decía un par de cosas así misma sin conseguir entender. Probablemente ella tampoco entendía que era lo que se decía. Finalmente logre preguntar, esta vez consiente -¿Qué es lo que haces?- a lo que contesto:

-Hace una semana ya que se planto una mariposa negra en mi cuarto, y ya empecé a desesperar; Sé que está relacionado con algo importante para que se quede ahí intacta día tras día- calla un instante como tratando de leer mi pensamiento a través de mi expresión y continua, caminando de un lado al otro – Sé que es una locura, al final ¿cuando me he regido por ese tipo de supersticiones?, pero esto es diferente, es algo grande, es…

Como entendiendo que no lograría hacerme comprender ese ataque de irracionalidad, se detuvo mirando tan fijo como podía aquella delicada mariposa de alas negras y suaves puntos grises pintados con la mayor propiedad. Escoba en mano, dispuesta a convertirla en arma en cualquier momento, dijo entonces: - Dime terrible mensajera que es lo que ocultas en tus alas negras; revoloteas en mi cuarto sin marcharte jamás y sin embargo aun ningún mensaje llega-

Sin pensarlo, más por un impulso, comenzó a dar escobazos alrededor de aquella mariposa sin la más mínima intención de matarla, pero con el firme propósito de sacarla para siempre de su habitación. Tardó varios minutos en lograrlo y finalmente al cerrar la ventana tras de ella, como consciente de lo que había pasado, sonó el teléfono.

La sirvienta se acerco lentamente, supongo que asustada por la locura repentina de mi hermana, y se dirige a ella –Señorita es para usted- y le extiende el teléfono y se marcha tan rápido como le es posible.

Ella contesta indecisa la llamada y se queda perpleja unos segundos mientras escucha a quien sea que estaba del otro lado. Apaga el teléfono sin decir palabra y sale de la habitación ya desposeída de aquella fuerza que la acompañaba. Mientras seguía sus pasos, privados de esa decisión, pero sin perder la velocidad nerviosa que había tenido anteriormente; me vi tentada a preguntarle ¿Quién llamó? ¿Qué le había dicho? ¿Qué pasaba?, no logré decidirme, así que disparé esas y otras preguntas más, pero sólo obtuve una mirada casi de reproche.

Llego a la puerta que da a la calle, me lanzó nuevamente una mirada, pero esta vez como quien busca despedirse, abrió la puerta y del otro lado se encontraba un hombre joven, atractivo, pero con la mirada  cansada.
Se quedaron en silencio e inmóviles unos instantes y luego él intento articular unas palabras, pero antes que lo logrará, ella se le adelantó y dijo fríamente: -no digas nada por favor, hace una semana ya que lo sabía- luego de esto se marcha con él, dejándome con esta incertidumbre.

La casa por completo esta nuevamente en calma, solo se escucha el murmullo de las sirvientas en la cocina y mientras camino a mi cuarto alcanzó a escuchar: -Encontré muerta la mariposa que hace días estaba en el cuarto de la señorita, estaba en el jardín trasero, por ahí dicen que eso es de mal agüero…