Me quede
sorprendida al verla salir con paso tan firme de su cuarto, refunfuñando quien
sabe contra que o contra quien, como si fuera a comerse el mundo. Mientras mis
ojos aun podían seguirla la siguieron y cuando ya no, lo hicieron mis pies;
camine con calma pero a su ritmo hasta la cocina, donde la vi buscar algo en el
closet de los implementos de aseo, sin dejar de refunfuñar. Yo por mi parte, no
lograba articular palabra para preguntar qué pasaba.
Finalmente, saco una escoba, vacilo un par de
veces con la misma energía sobre sus pasos y emprendió su camino nuevamente
hasta su cuarto, con lo que de mi boca se escapo una pregunta sin pedirme
permiso. -¿Qué es lo que haces?- inútil por completo, porque no se detuvo ni un
momento siquiera a mirarme, recorrí
nuevamente tras de ella los pasillos y las escaleras hasta su cuarto, donde
entró con cierta vacilación, pero sin perder fuerza, dejando la puerta abierta,
como queriendo hacerme parte de su obra teatral, de la cual no tenía ningún
indicio.
La vi caminar de un
lado a otro, apartando el desorden del piso con los pies, viendo como se decía
un par de cosas así misma sin conseguir entender. Probablemente ella tampoco
entendía que era lo que se decía. Finalmente logre preguntar, esta vez consiente
-¿Qué es lo que haces?- a lo que contesto:
-Hace una semana ya
que se planto una mariposa negra en mi cuarto, y ya empecé a desesperar; Sé que
está relacionado con algo importante para que se quede ahí intacta día tras
día- calla un instante como tratando de leer mi pensamiento a través de mi
expresión y continua, caminando de un lado al otro – Sé que es una locura, al
final ¿cuando me he regido por ese tipo de supersticiones?, pero esto es
diferente, es algo grande, es…
Como entendiendo
que no lograría hacerme comprender ese ataque de irracionalidad, se detuvo
mirando tan fijo como podía aquella delicada mariposa de alas negras y suaves
puntos grises pintados con la mayor propiedad. Escoba en mano, dispuesta a
convertirla en arma en cualquier momento, dijo entonces: - Dime terrible
mensajera que es lo que ocultas en tus alas negras; revoloteas en mi cuarto sin
marcharte jamás y sin embargo aun ningún mensaje llega-
Sin pensarlo, más
por un impulso, comenzó a dar escobazos alrededor de aquella mariposa sin la
más mínima intención de matarla, pero con el firme propósito de sacarla para
siempre de su habitación. Tardó varios minutos en lograrlo y finalmente al
cerrar la ventana tras de ella, como consciente de lo que había pasado, sonó el
teléfono.
La sirvienta se
acerco lentamente, supongo que asustada por la locura repentina de mi hermana,
y se dirige a ella –Señorita es para usted- y le extiende el teléfono y se
marcha tan rápido como le es posible.
Ella contesta
indecisa la llamada y se queda perpleja unos segundos mientras escucha a quien
sea que estaba del otro lado. Apaga el teléfono sin decir palabra y sale de la
habitación ya desposeída de aquella fuerza que la acompañaba. Mientras seguía
sus pasos, privados de esa decisión, pero sin perder la velocidad nerviosa que
había tenido anteriormente; me vi tentada a preguntarle ¿Quién llamó? ¿Qué le
había dicho? ¿Qué pasaba?, no logré decidirme, así que disparé esas y otras
preguntas más, pero sólo obtuve una mirada casi de reproche.
Llego a la puerta
que da a la calle, me lanzó nuevamente una mirada, pero esta vez como quien
busca despedirse, abrió la puerta y del otro lado se encontraba un hombre
joven, atractivo, pero con la mirada cansada.
Se quedaron en
silencio e inmóviles unos instantes y luego él intento articular unas palabras,
pero antes que lo logrará, ella se le adelantó y dijo fríamente: -no digas nada
por favor, hace una semana ya que lo sabía- luego de esto se marcha con él,
dejándome con esta incertidumbre.
La casa por
completo esta nuevamente en calma, solo se escucha el murmullo de las sirvientas
en la cocina y mientras camino a mi cuarto alcanzó a escuchar: -Encontré muerta
la mariposa que hace días estaba en el cuarto de la señorita, estaba en el
jardín trasero, por ahí dicen que eso es de mal agüero…
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