Si tan solo entendiera los azares del
destino
O al menos los misterios de tu piel
Que han encendido un fuego efímero
Con cada beso de tus labios de miel
No parece trascender un sentimiento
Y aun así, apremiante resulta calmar
esta sed
Que más parece que naciera y muriera en
mi propio cuerpo
Por si mismo insaciable y ufano a la vez
Resulta entonces completamente
contradictorio
Pero, en la suma de los hechos,
irreversible
El transcurso absurdo de la lógica
Es por si, dolorosamente ineludible.
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