Sueños

Ven a dormir en mi pecho, aunque solo sea en sueños...

Tu recuerdo

Una sombra, un espejo un chileno medio pendejo,

el frio, la neblina, las calles y por donde se camina,

el sombrero y su caballero, las canciones y el perchero,

mi cabello, mis sueños, mi millón de preguntas y todo ello...

Viene con tu nombre grabado en el silencio

con un recuerdo, una sonrisa y un tormento,

con el deseo infinito de tus besos,

y la enorme incertidumbre de tus ojos bellos,

todo viene desde tu aliento,

a recordarme que hoy te encuentras lejos,

lejos de mis brazos repletos por el deseo de tus huesos

No...

No!
No me embriagué con tus besos,
no le saque historias a tus dedos,
no probé la sal de tu piel,
no te comí a besos hasta los pies.

No!
No nadé en el mar de tus ojos,
no me perdí recorriendo sueños
no conté tus lunares, ni hasta diez,
no me empalague con tu  miel

He sido discreta y me he mantenido lejos
dejando que tus anhelos se hagan viejos
pero algo que no podrías saber,
solo basta una mirada para perder la sensatez.

Kahlo y Vargas

Una mesa con dos sillas
En el centro limón sal y tequila
Pintura roja en las manos y las mejillas
Y una voz que canta intranquila

Con cuanto dolor se viven los días
Que el cuerpo, el corazón y el alma mutila
Pero el amor de dos almas continúas
únicamente en la belleza cavila

Recuerdo de dos mujeres sencillas
Inspiradas por el sufrimiento y la locura
Grabando en el tiempo una huella oscura
De una vida, en que los sueños son pesadillas

Eras tú

Eras tú, escondido aquella madrugada detrás de sus murmullos,

y tu voz se hizo tangible con una sucesión de susurros

todos incoherentes, desafiantes y misteriosos.

Recuerdo que decías que la noche era incomprensible como los sueños

y callabas, esperando que las respuestas se hallaran perdidas en el silencio

y luego reías, como quien no sabe padecer sus sufrimientos.

Cuanto amé aquella risa, tanto que me turban los recuerdos.

Esa noche de locura, fuiste sombra y fuiste viento

y así te acercaste de a poco a jugar con mi cabello,

sin dejar de susurrar caricias con tu aliento.

Me regalaste una mirada de tus ojos bellos

una sonrisa  dedicada y un beso  repleto de  versos

un abrazo fuerte, como aquellos que se dan cuando te vas lejos

y me golpeo la mañana, cargada de realidad y de hechos

Sigues siendo tú, ahora por los rayos del sol revelado

Ya no susurras incoherencias en mis oídos

Ni juegas a ser sombra o ser viento

Pero a aun retumba tu risa, como la de mis sueños.

Muerte

¿Qué viene después de la muerte?

¿Será un vacío aún más grande, 

un adiós eterno de la realidad

o solo una constante tempestad?

¿Será que así no me importará perderte,

o si duele o se hace o deshace o se miente?

¿Será que después ya nada será verdad

Ni el dolor, ni la belleza,  ni la edad?

¿Y que pasa con los sueños y la suerte?

¿Todo se queda así, igual de inerte,

o te mortifican partiéndote a la mitad

entre el que fuiste y el que no será tu humanidad?

Será esperar que llegue el momento pacientemente

y rogar porque no sea dolor lo que viene

que no sea el augurio de miedo y oscuridad

sino el consuelo de no tener que vérselas con la soledad

Tiempo

Cuan lento transcurren los minutos bajo este ardid
lamentándose a cada paso, de aquel reloj, sus manecillas
que aun marcan el mismo segundo con cuanta rencilla
que aun agonizante destiempo parece transcurrir.

Mas la ironía de la espera no deja de insistir
en la parsimonia eterna de esta pesadilla
que ni transcurre el oleaje del mar sobre sus orilla;
y me pregunto si un duende sujeto se encuentra allí,
enredado entre los engranajes de las maquinillas,
que en pleno funcionamiento y de manera sencilla
narran el natural proceso del tiempo al morir